jueves, 20 de enero de 2011

El gobierno perfecto (Tony Hancock)


El gobierno perfecto
Pastor Tony Hancock

Introducción

En el transcurso de mi vida he podido observar ciertas cualidades interesantes de las elecciones políticas. Parece ser que, en cada ocasión en la que se elige un mandatario público, el pueblo se enamora del candidato ganador. Los analistas tienen un nombre para esta etapa; la llaman luna de miel.

De esta temporada de ilusión, sin embargo, generalmente sigue un periodo de desilusión. El pueblo descubre que el presidente no será capaz de resolver todos los problemas económicos y sociales del país con un trazo de pluma, y - de ser considerado el salvador del pueblo - pasa a ser visto como el enemigo público número uno.

Recuerdo de mi juventud que esto sucedió con quien es actualmente el presidente del Perú, Alan García Pérez. Fue elegido en 1985 con grandes expectativas populares de cambio. Inició medidas para cambiar el país, pero pronto surgieron la hiperinflación, el crecimiento del movimiento terrorista y el descontento general.

A este hombre, que la prensa popular había nombrado un segundo Kennedy, ahora se le tildaba de villano y cosas peores. Creo, francamente, que los problemas sociales no se prestan a soluciones rápidas, y que muchos de los problemas sociales se deben a factores que están fuera del control de la presidencia. No es mi deseo culpar o disculpar a García Pérez.

Más bien, me interesa observar que nosotros continuamos por este camino de enamoramiento y desilusión porque todavía esperamos hallar el gobierno perfecto. Aun a los gobernantes más elogiados se les descubren pies de barro. Ningún país ha logrado establecer un gobierno que crea políticas perfectas en todos los casos.

Pero me pregunto: ¿por qué deseamos tanto algo que jamás se ha visto? ¿De dónde nace este deseo en el corazón humano de tener liderazgo sabio, íntegro y justo? Estoy convencido de que este deseo nace en nuestro corazón porque fuimos creados para disfrutar de tal liderazgo.

Dios nos hizo para vivir bajo un gobierno perfecto y justo. Sin embargo, hasta ahora sólo se han visto gobiernos imperfectos y parcialmente justos. Tenemos como creyentes la responsabilidad de someternos al gobierno, aunque sea imperfecto; pero hay más. Un día, habrá sobre esta tierra un gobierno perfecto. Leamos acerca de ese día.

Lectura: Apocalipsis 20:1-6

20:1 Vi a un ángel que descendía del cielo, con la llave del abismo, y una gran cadena en la mano.
20:2 Y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y lo ató por mil años;
20:3 y lo arrojó al abismo, y lo encerró, y puso su sello sobre él, para que no engañase más a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil años; y después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo.
20:4 Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años.
20:5 Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección.
20:6 Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años.

Este pasaje describe lo que se conoce como el Milenio, palabra que simplemente se refiere a un periodo de mil años. Será un tiempo de paz y prosperidad, cuando Cristo reinará físicamente sobre la tierra. El orden de eventos es como sigue.

Primero, Cristo regresará a la tierra. Sabemos que su segunda venida será pública y vista por todos. Hay muchos pasajes que enseñan esto; un ejemplo está en Mateo 24:30, donde leemos lo siguiente: "La señal del Hijo del hombre aparecerá en el cielo, y se angustiarán todas las razas de la tierra. Verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo con poder y gran gloria".

Así será la segunda venida de Cristo. Si alguien les trata de convencer de que Cristo ya regresó, que fue un regreso espiritual, como dicen algunos, o que está presenta ya sobre la tierra, no lo crean. Estos son falsos profetas. La segunda venida de Cristo será visible.

Volviendo a la cronología, cuando Cristo regrese, él derrotará al anticristo. Luego, Satanás será atado, como lo vemos en el verso 2 de nuestro pasaje. Vamos a comentar más sobre esto en un momento. Después de la atadura de Satanás vendrá la primera resurrección. Esta es la resurrección de los justos, quienes reinarán con Cristo.

Seguirá entonces el Milenio, este periodo de paz y prosperidad cuando Cristo reinará físicamente sobre la tierra. Con él reinarán los justos resucitados. Al final de este tiempo de paz, Satanás será soltado por un breve tiempo para dirigir la rebelión final contra Dios. Esta rebelión será vana; tendrá lugar entonces el juicio final, y después del juicio final, vendrán los cielos nuevos y la tierra nueva.

¡Qué gran esperanza nos dan estas palabras! Acerca de los últimos eventos aprenderemos más en las próximas semanas, pero enfoquémonos hoy en el Milenio. El evento que inaugura el Milenio es la atadura de Satanás. Ahora bien, es importante comprender que la atadura de Satanás sucede en dos etapas. Por esto, podemos decir que

I. Jesús ha atado al enemigo, y será atado totalmente antes del Milenio

Cuando Jesús vino por primera vez, él invadió el hogar del enemigo y lo amarró para poder liberar a los que tenía cautivos. Jesús demostró que esto estaba sucediendo echando fuera a los demonios. Irónicamente, los líderes religiosos de su día le acusaron de echarlos fuera por el poder de Satanás.

La respuesta de Jesús fue que, si Satanás estaba echando fuera a sus propios demonios, estaría divido entre sí. Sería ridículo, en otras palabras, que el enemigo estuviera echando fuera a los suyos. La única explicación válida era que alguien más fuerte que el enemigo había llegado y lo había atado.

Jesús dice en Marcos 3:27: "Ahora bien, nadie puede entrar en la casa de alguien fuerte y arrebatarle sus bienes a menos que primero lo ate. Sólo entonces podrá robar su casa". Esto es precisamente lo que ha hecho Cristo en su primera venida. Ha atado al enemigo para despojarle de sus bienes, que somos nosotros.

Por la autoridad de Cristo, Satanás ya está atado. Sin embargo, es cierto también que anda como león rugiente, buscando a quien devorar. Su atadura, entonces, no significa que él ya no tenga poder para engañar y para tentar a las personas. Significa, más bien, que los que somos de Cristo podemos tener la victoria sobre él. No tenemos que quedarnos bajo su maléfica influencia.

Antes del Milenio, en cambio, Satanás será totalmente atado. Notamos que, según el verso 1 de nuestro pasaje, es un ángel quien ata a Satanás y lo encierra en el abismo, que es el lugar de los demonios. Por una parte, esto nos indica que no estamos hablando de la misma atadura que se describe en Marcos 3:27. Allí, Jesús es el que ata a Satanás; aquí, es un ángel.

Por otra parte, este ángel es capaz de atar al enemigo sólo en base a la autoridad de Jesucristo y la victoria que ganó en su muerte y resurrección. Los ángeles no tienen autoridad propia sobre el enemigo. Esto lo indica Judas, verso 9: "Ni siquiera el arcángel Miguel, cuando argumentaba con el diablo disputándole el cuerpo de Moisés, se atrevió a pronunciar contra él un juicio de maldición, sino que dijo: ¡Que el Señor te reprenda!"

Los ángeles no tienen autoridad propia sobre el enemigo, pero Jesús, el Señor, sí la tiene. El ángel que atará al enemigo antes del Milenio, entonces, lo hará por la autoridad de Jesús. Con el enemigo atado, el Milenio será muy distinto al tiempo actual. Será un tiempo de prosperidad, de bienestar, de avance que ni siquiera nos podemos imaginar.

Durante este tiempo, Cristo manifestará abiertamente su reino en la historia mundial, mostrando de esta forma que las promesas de Dios son ciertas. Todas las promesas del pacto de Dios se cumplirán. Hay pasajes del Antiguo Testamento que profetizan un tiempo de prosperidad bajo el gobierno del descendiente de David, pero que claramente no se refieren al estado eterno. Isaías 11 es un ejemplo de estos pasajes. Allí se nos dice que el león se acostará junto al cordero. Será un tiempo de paz y de prosperidad.

No todos los habitantes de la tierra serán salvos, sin embargo. Uno de los propósitos de Dios en el milenio será revelar la profundidad de la rebelión humana contra Dios. Aunque Satanás estará atado y el sistema mundial será perfectamente justo, el pecado seguirá latente en el corazón humano.

Hoy en día es muy común oír a las personas culpar a las circunstancias de su vida por sus errores. Dicen: Si mis padres me hubieran tratado con más cariño, sería una persona diferente. Si pudiera haber estudiado, no me habría metido en estos problemas.

De seguro las circunstancias de nuestra vida nos afectan, pero en el Milenio, se mostrará que el pecado está profundamente arraigado en el corazón del hombre. Ni siquiera la sociedad más perfecta, donde Jesús mismo reina, será suficiente para que la humanidad sea perfeccionada. Al final de los mil años, cuando Satanás será librado, habrá muchos que se unirán a él en su rebelión final.

Es que el problema de la humanidad es un problema del corazón. Aun en un mundo perfecto, con un gobierno ideal, con paz y prosperidad, el corazón humano buscará su propio deleite - en lugar de deleitarse en Jehová. Aquí hay un mensaje muy importante para nosotros. Nuestro corazón es el que tiene que ser transformado también.

¿Le has entregado tu corazón a Jesucristo? ¿Le has dicho que te puede quitar cualquier cosa que no sea de su agrado? La cirugía que necesita nuestro corazón es una cirugía radical. Esto se mostrará durante el milenio, pero no debemos de esperar hasta entonces para permitir que Cristo transforme nuestro corazón. Si lo hacemos, podremos triunfar. Porque

II. Jesús ha triunfado por medio de su muerte, y nos llama a nosotros a hacerlo también

Los que reinarán durante el Milenio con Jesucristo serán los que han triunfado por medio de la muerte. Este es el cumplimiento de 1 Corintios 6:2-3, donde se nos dice que hemos de juzgar al mundo: "¿O no sabéis que los santos han de juzgar al mundo? Y si el mundo ha de ser juzgado por vosotros, ¿sois indignos de juzgar cosas muy pequeñas? ¿O no sabéis que hemos de juzgar a los ángeles? ¿Cuánto más las cosas de esta vida?". Los que resucitarán en la primera resurrección serán quienes han triunfado con Cristo.

El verso 4 menciona específicamente a los mártires, los que han sido decapitados por su testimonio de Jesús. Si seguimos leyendo, sin embargo, nos damos cuenta de que todos los creyentes están incluidos en esta primera resurrección, y reinarán con Jesús.

¿Por qué, entonces, menciona Juan específicamente a los mártires? Simplemente porque la vida nueva en Jesús viene por medio de la muerte. Vivamos o muramos, en él está nuestra vida. Te pregunto: ¿estás dispuesto a morir por Cristo? Si no vale la pena morir por lo que crees, no vale la pena vivir por él tampoco.

La vida cristiana es, en realidad, un diario morir para vivir. Tenemos que morir a los deseos de nuestra carne, al orgullo, al egoísmo, al rencor, para hallar nuestra vida verdadera en Cristo. Sólo en él viviremos.

Sólo muriendo con Cristo podremos también vivir con él y reinar con él. ¿Estás viviendo para Cristo? ¿Estás dispuesto a morir por él? La vida cristiana no es ningún juego. Es una cosa seria. Las recompensas son inmensas, pero a cambio Cristo te lo pide todo. Dáselo.


Visita la página web del Pastor Tony Hancock: www.pastortony.net.

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